EL CLAUSTRO

Las inscripciones del claustro de Roda

Cualquier visitante que hoy pasea por las galerías del claustro, no deja de ser sorprendido por la presencia gráfica, de los textos esculpidos en los capiteles y los arcos.

Llaman la atención el número, y la calidad visual de las 191 inscripciones que forman parte del paisaje monumental del claustro románico con más inscripciones de Europa.

Las inscripciones del claustro de Roda son por lo general cortas, y se componen de una media de 10 palabras esculpidas en elementos arquitectónicos de pilares, columnas, capiteles, sillería y arcos que forman parte de la construcción del claustro.

Las inscripciones ocupan hoy en día, el lugar en las que fueron esculpidas a lo largo de los siglos XII a XIV, lo que hace de Roda un caso aparte en el panorama Europeo, donde las inscripciones han sido con frecuencia desplazadas y recolocadas en los claustros.

La maquetación ha sido objeto de especial atención en el claustro de Roda: la mayoría de los textos están inscritos dentro de un marco decorado con motivos vegetales o geométricos.

Los lapicidas han trazado reglones y márgenes para colocar las letras de forma armoniosa. La calidad de las grafías se nota también en el uso muy frecuente de nexos y juegos de las letras, que se tuercen y se encajan dentro de otras, poniendo así a prueba los límites de la dimensión plástica de la escritura medieval, como se observa en el mundo manuscrito.

Ciertas letras han sido decoradas con elementos florales o puntos.

Se emplearon muchos signos de puntuación para separar palabras o grupos de palabras y se trazaron para las abreviaturas muchos signos distintos, tildes, apóstrofes, líneas rectas.

No se trata de un mismo tipo paleográfico en todos los epígrafes.

Las variaciones afectan el proceso de estrechamiento del modulo de las letras y el cierre de las formas redondas, una escritura que se hace cada vez mas "gótica" a medida que se acerca el siglo XV.

A pesar del tiempo y de las sucesivas operaciones de inscripción, el hecho de que se haya conservado las formas de los textos y los rasgos generales de la escritura, hace que se pueda hablar en Roda de un programa epigráfico basado sobre la tradición, la coherencia y la puesta en escena de la memoria a través de lo escrito.

Las inscripciones son un testimonio de tal voluntad de unir y reunir a los difuntos. Dibujan estas inscripciones un lugar de conmemoración donde habitan los muertos a través de la presencia gráfica de su nombre.

Al hacer especial hincapié en la fecha de la muerte y no en el lugar de enterramiento, los promotores del programa epigráfico de Roda no han querido trasformar el claustro en un espacio para tumbas sino en un lugar de memoria, independientemente de la presencia de los cuerpos de los difuntos.

El formulario de las inscripciones tiene relación directa con lo que se suele encontrar en los libros necrológicos que recogen los nombres de los difuntos por los que una comunidad tenía que rezar en el día de su muerte.

El claustro se puede de facto considerar como un obituario lapidario : los muros guardan la memoria de los difuntos por los que la comunidad catedralicia tiene que rezar de forma permanente. Esta puesta en escena de la memoria no supone lectura para ser efectiva. La ubicación de los difuntos en el seno de la catedral gracias a la inscripción de su nombre garantiza el recuerdo y la salvación del alma.

Fueron incluidos en la comunidad espiritual por su pertenencia al grupo catedralicio o por las donaciones que hicieron para garantizar la celebración de su memoria en el contexto litúrgico.

La escritura epigráfica permite fijar lo escrito en un espacio determinado; crear un vínculo visual y físico entre un hecho grafico y un lugar, y, elaborar condiciones favorables y activas de lectura.

En el claustro, lugar de meditación, de oración, y también de encuentro y de reunión de la comunidad, los nombres de los difuntos se juntan y se asocian a las actividades de los vivos.

Imagen en piedra de la vida cenobítica, el claustro es el punto focal del monasterio, conciliando los pasos y las pausas, la voz y el silencio, la soledad y la compañía, la meditación y la enseñanza.

¿Dicho esto, se puede pensar en un espacio más idóneo para escribir y leer?

¿Para celebrar la memoria de la comunidad? 

Prof. M. Vincent Debiais, CNRS/Universidad de Poitiers.